“Jordi Socias, una mirada particular”

J. Martin Domínguez. - Jordi Socias dispara primero. Tres cosas hacen una foto: la luz, el tiempo y el dedo que dispara el gatillo. Con este triángulo bien armado solo queda encontrar un buen pistolero dispuesto a atacar el instante supremo. Los especialistas más destacados son aquellos que pueden disparar a quemarropa. El que tiene delante al sujeto al que disparar, y ni se arredra, ni se amedrenta, ni se espanta. El que les saca la mejor cara en el momento más oportuno. Se le pusieron a tiro desde Ali Weiwei a Norman Foster, de Coppola a Almodóvar, un largo etcétera donde no se le escapó ni uno. Todos inmortalizados, en vez de muertos, por el ojo rápido y luminoso del mejor tirador del Mediterráneo, el gran Jordi Socias. Hombre de relojes y sonrisas, podría hacer un retrato incluso sin cámara. Lo capta todo, en un instante, aquel que cuenta la verdad del héroe que se le pone enfrente. Les dispara y ahí quedan para la eternidad.

Socias lleva en el oficio medio siglo, muy bien cumplido. Sabe bien de lo importante y de lo accesorio, tanto si se trata de hacer una buena foto o de condimentar una salsa bien sabrosa. Solo quien sabe de lo cotidiano puede retratar la realidad y hacer que ese instante suspendido en el tiempo cobre un vida al mirarlo cualquier mortal. El ojo del Gran Socias se educó entre las aguas del mar y el polvo de los caminos. Nada le engaña. Ni la luz, ni el tiempo detienen al dedo, que dispara más rápido que la vida que se le pone por delante. Medio siglo de fotografías con historia de Jordi Socias. Casi nada.

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